Mostrando entradas con la etiqueta Paramilitares. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Paramilitares. Mostrar todas las entradas

jueves, 14 de mayo de 2020

José Ignacio Gutiérrez Sánchez


José Ignacio Gutiérrez Sánchez  asesinado en  el Caserío de Puerto Unión, municipio de El Castillo – Meta) unto  Leovijildo Castellanos,  Dumar Castellanos y Gustavo Jaramillo Orjuela, el 20 de Diciembre de 1992.
 
José Ignacio Gutiérrez Sanchez.  Foto donada por la Familia. 

Campesino de la vereda Caño Embarrado,  Nació en Melgar, Tolima.  Padre de 5 hijos de la familia Gutiérrez.  Familiar de Juan de Jesús Gutiérrez  ex - alcalde de El Castillo.


Hombre alegre, le gustaba hacer bromas a las personas,  hacerlas reír con sus cuentos y chistes.  Tenía cultivos de café y cacao en la finca que era propiedad de su padre dónde vivía con su familia cuando fue asesinado.



El 20 de diciembre de 1992 un grupo de paramilitares llegó en un par de vehículos a la vereda Caño Embarrado en el municipio de El Castillo, en el Alto Ariari, a unos 70 kilómetros al sur de Villavicencio.  Los hombres sacaron de sus casas a cerca de 40 campesinos, seleccionaron a tres y junto a una víctima que traían con signos de tortura, los asesinaron.

Los muertos fueron Gustavo Jaramillo, José Gutiérrez, Leovigildo y Dúmar Castellanos, todos miembros de la Unión Patriótica, UP.  Desde mediados de los ochenta, grupos de paramilitares traídos desde el Magdalena Medio por narcotraficantes y esmeralderos asesinaron sistemáticamente a militantes de la izquierda, en un proceso de exterminio, que se concentró especialmente en los municipios que bordean el río Ariari.

Desde los setenta, la izquierda logró crear una base social en esta región y luego de los diálogos de paz durante el gobierno de Belisario Betancur se creó la Unión Patriótica, donde miembros de diversas organizaciones sociales consiguieron un espacio político.  La UP logró elegir a varios alcaldes y concejales en la zona pero el movimiento fue exterminado por los ‘paras’, conocidos en ese entonces como ‘Masetos’, en referencia al Mas, Muerte a Secuestradores.


Jhovanny Molina Capera,


Jhovanny Molina Capera,

Asesinado el 18 de Julio de 2004,



Jhovanny Molina Capera. Foto donada por la Familia. 

Nacido el 7 de Agosto de 1982, en el Municipio de El Castillo,  Meta


Como todos los Domingos Jhovanny  Acostumbraba bajar a Medellín del Ariari,  El vivía en la Vereda Caño Embarrado del Municipio de El Castillo – Meta.

El Domingo 18  hombres armados de la estrategia Paramilitar que hacían presencia  permanente en Medellín del Ariari,  retuvieron a Jhovanny  en una Camioneta.

Su cuerpo sin vida apareció en la vía que conduce hacia el cacería de Puerto Unión,  torturado  y con tres impactos de arma de fuego. su cuerpo fue  encontrado el día 19 de Julio 

Como en  casi la gran mayoría de estos crímenes,   los levantamiento del   cadáver no fue realizado por las autoridades competentes.  Su crimen sigue en la impunidad y su familia sigue esperando la Reparación Integral por este Hecho.

Sus hermanos  Dumar y Arismendi Molina Capera  fueron Asesinado por Guerrilleros de las FARC- EP. 

  
Su hermano Arismendi Molina Capera fue Asesinado por las FARC-EP el 18 Agosto de 2003

sábado, 6 de julio de 2019

ARTURO TRUJILLO

ARTURO TRUJILLO,  Asesinado el  6 de julio de 2004,  lo asesinaron cuando tenia 64 años 


Arturo Trujillo, Foto donada por la familia. Album familiar
ARTURO TRUJILLO , Nació en Natagaima Tolima,  el 10 de septiembre de 1940,  tuvo 12 hijos,  llego a la región del Ariari en los años 70.

La Comisión de Justicia y Paz registró el hecho asi

En EL CASTILLO, Meta, “civiles” armados y uniformados de la estrategia paramilitar asesinaron al campesino ARTURO TRUJILLO de72 años de edad, habitante de la vereda La Cumbre, quien fue encontrado con tres impactos de bala en su cabeza en el sitio conocido como La Y Puerto Unión en inmediaciones del caserío El Jardín.


Arturo,  Campesino amante de la tierra, habitante tradicional de la vereda la Cumbre en el Municipio de El Castillo - Meta,  El , su familia y los habitantes de las veredas de la parte Alta del municipio fueron golpeadas por la violencia paramilitar, desplegada con apoyo del Batallón 21 Vargas que también hacia presencia en la región en el periodo de tiempo que ocurrieron mas de un centenar de crímenes, asesinatos y que de expulsó a mas de 700 familias.

La Vereda la Cumbre esta ubicada en la parte montañosa, una hermoso mirador, desde de el cual se puede apreciar  la belleza de los llanos orientales.

ARTURO, como muchos de los habitantes de la Vereda la Cumbre, abrieron  trocha, cultivaron cafe y generaron progreso para la región. Hoy algunos de los habitantes de la Cumbre regresaron a la región  y muchos continúan desplazados.

Arturo Trujillo. 


La Cumbre sigue sufriendo el abandono de el Estado, son electricidad, con un camino en mal estado que en ocasiones los deja incomunicados porque  una Mina de Cal ha iniciado su explotación y esta afectando el camino y la ronda del río.

Muchos crímenes ocurrieron en esta región y caseríos como Puerto Unión no se han vuelto a poblar y hoy parecen pueblos fantasmas, sus casas abandonadas son vestigios de lo que un día fue progreso y alegría.       

miércoles, 5 de junio de 2019

Ernesto Sarralde



ERNESTO SARRALDE, fue Asesinado en la Masacre del 3 de Junio de 1992, junto con Maria Mercedes Mendez , Willian Ocampo, Rosa Tulia Peña. 

Ernesto Sarralde . Foto. Cortesía Sofia Sarralde Peña. Toma de Internet 



Autor: Sofía Sarralde Peña, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de la Sabana.  



La víctima anónima de la masacre de Caño Sibao, Meta, a quien solo su familia recuerda

El 3 de junio de 1992 ocurrió una masacre en la vía del Meta entre Villavicencio y El Castillo, a manos de paramilitares comandados por Manuel de Jesús Pirabán.
Junio 04, 2019 10:18 am

Esta masacre dejó cuatro víctimas mortales, entre ellas, tres pertenecían a la Unión Patriótica: el alcalde electo, William Ocampo Castaño; su antecesora, María Mercedes Méndez, y Rosa Peña, tesorera municipal. Pero hubo una víctima de la que nunca se habló, Ernesto Sarralde, mi tío.

El teléfono empezó a sonar. Mi abuela, Rosalba Escobar, casi nunca atendía las llamadas, pero justo ese miércoles de 1992, lo hizo. Cuando contestó, escuchó una voz masculina agitada y acelerada, que le dijo: “¡Señora! ¡señora!, lamento tener que decirle esto así, pero mataron a su hijo Ernesto. Su cuerpo está en la gobernación de Villavicencio, venga mañana por él, por ahora no le puedo decir más”. El hombre colgó. Así, sin dar más detalles.

Las lágrimas no paraban de caer del rostro de mi abuela. Esta noticia hizo que su corazón palpitara con rapidez y sus manos empezaran a temblar. Fue así como dejó caer el teléfono y el ruido que esto ocasionó hizo que mi abuelo, José Sarralde, bajara.

“Mijo, se llevaron a nuestro hijo…”, le gritó a mi abuelo con la voz entrecortada, “…lo mataron, lo mataron, es que ¡lo mataron!”.

Tan inesperadamente murió, que nunca lo conocí. Lo que sé, lo sé por lo que mis tíos, mi papá y mis abuelos me han contado. A Ernesto lo conocían por pasar mucho tiempo con sus amigos, salía casi todos los fines de semana con ellos, pero nunca dejaba de lado a su familia. En toda reunión familiar o paseo que había, él siempre estaba ahí. Si le tocaba dormir en el piso, en el cuarto más pequeño o tener que aguantar frío, él lo hacía sin ningún problema.

Era el cuarto entre ocho hermanos y toda su infancia la vivió con su familia en una casa de dos pisos en Chapinero, con seis habitaciones y dos patios. Esta casa sí la pude conocer y cada que entraba me sentía como en un castillo de lo grande que era. Allí mi tío los perseguía, les quitaba sus juguetes, corría por todos lados, jugaba con el barro de los patios, se pasaba brincando de lado a lado en la casa. Era como un terremoto, no se quedaba quieto.

“Mi mamá le mandó a contar los huevos una vez, y mientras los contaba, los estrelló contra el piso”, suspiró mi papá, Jorge Sarralde: “Ay… definitivamente, era una ‘caspa’”.

Por lo que me cuentan, a mi tío le gustaba ponerse retos y cumplir sus sueños. Empezó a estudiar ingeniería civil, pero al octavo semestre se retiró. Quiso estudiar otra carrera y ahí comenzó a trabajar día y noche como plomero y electricista dentro de apartamentos. Así consiguió la plata para pagarse la carrera que en verdad quería, la carrera de sus sueños, Zootecnia.

Se casó a los 27 años con Elsa Ahumada. Tuvo a mi prima Viviana y a mi primo Daniel.

La verdad es que nunca me he tomado el atrevimiento de hablar con mis primos sobre su papá, pues siempre han sido muy reservados con ese tema. De hecho, de mi familia, son a los únicos que nunca he escuchado hablar de Ernesto. Lo que mi papá me ha contado es que mi tío trabajaba día y noche para darles estudio y un lugar donde vivir, tanto así, que a veces seguía trabajando como plomero y electricista. Pero mis primos no fueron motivo suficiente para mantener su relación con Elsa y a los 10 años de matrimonio, se divorciaron.

Apenas se separó se fue a vivir a la casa de mis abuelos. Como quien dice, fue a pasar su último año de vida con ellos, lo que nadie sabía es que esa era su despedida. Vivir bajo el techo de sus padres no hizo que él dejara de lado su responsabilidad como papá y cada mes les mandaba dinero a mis primos y los visitaba los fines de semana.

Los recursos los conseguía porque estaba trabajando en Ecopetrol, donde lo enviaban a pueblos colombianos a enseñarles a los campesinos a cultivar. En sus últimos meses de vida estuvo trabajando en El Castillo, Meta, y ahí dormía entre semana.

También, de vez en cuando, para ganarse unos pesos de más, cuidaba exámenes del Icfes en Bogotá o donde lo necesitaran. Un día lo llamaron de la gobernación del Meta para que cuidara los exámenes de Icfes en Villavicencio. Y él, por ganarse una plata extra, no se negó. Agarró la ropa necesaria, sin más ni menos, se dirigió de El Castillo a la Alcaldía de Villavicencio.

Eran un poco más de las 11 de la mañana cuando ya había entregado los papeles correspondientes para poder trabajar allí. La temperatura rondaba los 29 grados centígrados. Es así como mi papá empieza a narrarme cómo sucedieron las cosas, con la voz entrecortada y los ojos aguados. Todo comenzó cuando mi tío, en la salida de la Alcaldía de Villavicencio, se encontró con algunos miembros de la Unión Patriótica de El Castillo, en ese entonces partido político que había surgido por el proceso de paz entre las Farc-EP y el presidente de aquel entonces, Belisario Betancur. Entre esos estaba la exalcaldesa, María Mercedes Méndez; el alcalde electo, William Ocampo Castaño; el personero, Wilson Pardo y Rosa Peña, tesorera municipal, quienes se dirigían a El Castillo y le ofrecieron un puesto en el carro a mi tío, quien no dudó en aceptarlo.

El resto de la historia la conocí por mi tío José Manuel Sarralde. En las reuniones familiares, casi siempre con tragos demás, suele acercarse a mis primos y a mí y nos cuenta esta historia con una mirada caída y con la voz tan quebrada, que hace que se sienta ese dolor como si fuera uno quien vivió ese momento. Es que, aunque nunca conocí a mi tío, y nunca lo conoceré, el corazón se me arruga de tan solo pensar que alguien de mi familia muriera así.

“Un hombre vestido con uniforme militar apareció en la mitad de la carretera y detuvo el carro”, así comenzó a contarme mi tío lo demás. Nadie sabe exactamente qué pasó. Empezaron a bajar hombres armados, que después se supo eran paramilitares al mando de Manuel de Jesús Pirabán, alias ‘Pirata’. Fueron los disparos intermitentes, o eso se cree, los que causaron la muerte de la exalcaldesa, el Alcalde, la tesorera, el conductor y mi tío Ernesto. Solo uno sobrevivió, William Ocampo, el personero.

Nadie en mi familia se imaginó que con 38 años mi tío Ernesto iba a morir y mucho menos, asesinado.

“Juemadre vida, una cosa es que uno tenga una enfermedad, pero que te maten… ¿que te maten a tu hermanito del alma?”, exclamó mi tío José Manuel, “carajo, eso si que no lo veía venir tan rápido”.

En el entierro, mientras llevaban el ataúd, mis tíos empezaron a escuchar un ruido. Se detuvieron y decidieron abrirlo. Al hacerlo, se dieron cuenta de que mi tío Ernesto no tenía piernas ni brazos y que alguien había puesto piedras para hacer peso. No se sabe qué ni cómo pasó eso, pero sí, además de asesinado, estaba masacrado. “Verlo así me abrió una herida en el corazón que nunca sanará, es que no me quiero ni imaginar cómo le hicieron eso”, expresó otro de mis tíos, Juan Pablo Sarralde, y concluye: “nadie en esta vida merece algo así, ¡nadie!”.

Pese a que fue un hecho que en mi familia nadie quiere que se repita, siempre será recordado. De hecho, hay algo en particular que hace que siga en la memoria de nuestra familia y es Rocío Dúrcal. Sí, así es, la cantante española. Mi papá me contó que Ernesto se la pasaba escuchando su música, se sabía todas las canciones y su favorita era ‘Amor Eterno’.

Como quisiera, ay
Que tú vivieras
Que tus ojitos jamás se hubieran
Cerrado nunca

Es así, con estas estrofas, que vi por primera vez a mi papá llorar por mi tío. Son letras que siempre le recordarán que su hermano nunca volverá. Y aunque nos gustaría pensar que su muerte no pasó desapercibida, basta con leer algunas publicaciones de medios nacionales para ver que ni siquiera pudieron escribir bien su apellido. Escribieron ‘Saralde’ o ‘Zaralde’ y, además, solo mencionaron que era funcionario de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica, sin dar más detalles.

Pero ¿realmente era solo un funcionario? Fue más que eso, fue una víctima del conflicto armado en Colombia, una de esas víctimas de las que casi nunca se habla solo porque no ocupaba un cargo alto en la política ni era famoso. Era una persona que trabajaba en el día y en la noche para darles lo mejor a sus hijos, era un hombre que, aunque salía mucho con sus amigos, siempre compartía tiempo con su familia. Sí, era un persona común y corriente, pero fue víctima de algo a lo que no estaba involucrado. El 3 de junio de 1992 fue mi tío quien murió y hasta hoy, ¿cuántos inocentes más tendrán que morir?

Autor: Sofía Sarralde Peña, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de la Sabana. 

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.