Eider Quiguanas Rumique 29 de enero 2002
Eider Quiguanas Rumique, torturado, ejecutado
extrajudicialmente y su cuerpo desaparecido forzadamente por unidades del FUDRA
en la finca “El Clavel”, Vereda La Floresta, municipio El Castillo – Meta, el
martes 29 de enero de 2002
Han pasado nueve años y la familia QUIGUANAS no ha podido recuperar el cuerpo
de EIDER, joven campesino de 17 años de edad, ejecutado extrajudicialmente,
luego de torturas y tratos crueles y degradantes por parte de unidades
militares de la Fuerza de Despliegue Rápido – FUDRA con participación de las
Brigadas 3 y 7 del ejército, en desarrollo de la operación “Conquista”.
Nueve años sin poder visitar en una tumba, llevarle flores y
unas palabras a EIDER. Su cuerpo nunca fue devuelto a sus familiares después de
ser trasladado sin vida en un helicóptero militar desde el lugar de los hechos
en la finca “El Clavel”, de la vereda La Floresta, municipio El Castillo –
Meta, hacia el municipio de Granada o Villavicencio.
Después de nueve años, la impunidad cubre la investigación
que la Fiscalía 31 Especializada de Villavicencio, argumentando colisión de
competencia, trasladó a la Justicia Penal Militar – JPM, desde el 2004. En la
JPM fueron absueltos de toda responsabilidad los militares sindicados,
archivando en la impunidad la investigación por la tortura, ejecución
extrajudicial y desaparición forzada de EIDER QUIGUANAS RUMIQUE.
EYDER permanece en la memoria de sus hermanas y hermanos, de
su padre como estuvo presente en la memoria de su tío, el patriarca Lorenzo,
quien pasó a la historia EN EL 2007 sin hallar su cuerpo, sin hallar Justicia,
solo pudo lograr el regreso al lugar donde nació su sobrino, la finca El
Clavel, en la vereda La Floresta, del municipio El Castillo. Allí, ese martes
29 de enero cuando finalizaba la mañana y se alistaba la familia para compartir
el almuerzo, llegaron cerca de 50 unidades militares quienes se identificaron
como FUDRA de las Brigadas 3 y 7 del ejército.
Luego de solicitar los documentos de identidad a todos los
miembros de la familia QUIGUANAS, de insultarlos con palabras soeces, los
obligaron a acostarse en el boca abajo en el piso, los golpearon con las armas
en la cabeza, mientras que al hijo menor de la familia, de 10 años y dos de los
nietos de 9 y 3 años de edad, los encerraron en un cuarto de la casa.
Al padre de EIDER, lo retiraron del grupo, y unos soldados
le preguntaron “¿donde está la guerrilla?”, él les contestó que no sabía, y de
inmediato lo tiraron al suelo boca abajo y le hicieron varios disparos cerca de
los oídos diciéndole “lo hacemos porque no nos da la información que queremos”.
Mientras esto hacían con el padre, otros militares llevaron
a EIDER hacia un estanque de peces, donde le sumergieron la cabeza buscando
ahogarlo, saltando sobre su cuerpo, golpeándolo en repetidas ocasiones. Luego
lo sacaron y golpeaban su rostro contra las piedras, mientras otros militares
pateaban su cuerpo.
Después de estos suplicios, de los clamores de EIDER para
que no continuaran torturándolo, los militares llevaron a EIDER nuevamente a la
casa, amarraron a su cuello un chinchorro (hamaca de hilo) y entre doce
soldados empezaron a tirar de los extremos intentando ahorcarlo, al tiempo que
lo pateaban.
Después de varios minutos, aprovechando que los militares se
habían detenido en su acción de tortura, EIDER sale corriendo para intentar
salvar su vida. EIDER alcanzó a correr cerca de 80 metros, cuando los soldados
empezaron a dispararle a las piernas, cayendo herido. Luego los militares se
acercaron a su humanidad tendida sobre el suelo y lo ejecutaron extrajudicialmente.
A la familia le dijeron que lo habían asesinado porque “era
un terrorista”. Los militares obligaron a los familiares a cargar el cadáver en
una bestia hacia el filo de la montaña donde llegó un helicóptero del ejército
y se llevó el cadáver de EIDER para luego presentarlo como “guerrillero muerto
en combate”, le quitaron la ropa que llevaba puesta -una pantaloneta y una
camiseta deportiva de color verde con el número 10 estampado en la espalda- y
lo vistieron con un uniforme camuflado y botas de caucho negras. No se sabe con
certeza si fue llevado a Villavicencio o al municipio de Granada.
El Padre de EIDER fue hasta el casco urbano del municipio El
Castillo y ante el Personero Municipal, Mario Castro Bueno, denunció el crimen
de su hijo. Mario le dio curso a la queja ante las autoridades competentes,
siendo asesinado por los paramilitares el 01 de noviembre del mismo año. Con el
asesinato del Personero desaparecieron muchos archivos de denuncias, entre
ellas la de la ejecución de EIDER. Por ello, ante la Fiscalía 31 especializada,
el padre de EIDER y uno de sus hermanos colocaron la denuncia penal contra el
ejército en el mes de marzo del 2003, estando desplazados forzadamente en
Villavicencio por causa de las operaciones militares y paramilitares en la
región del Alto Ariari.
Han pasado nueve años de este crimen. Nueve años de
impunidad, de destierro. De ausencia de EIDER, el estudiante, el futbolista, el
sembrador de café de la casa, de la familia QUIGUANAS. Nueve años de no tener
un lugar donde poder visitar su cuerpo sin vida, de llevarle la palabra, la
flor, la canción, la compañía.
Hoy sus hermanas y hermanos, su padre, junto con la
Comunidad Civil de Vida y Paz, lo siguen buscando con la esperanza de hallarlo.
EIDER, torturado, asesinado, y hoy su cuerpo desaparecido, pero su vida, sus
sueños de adolescente, en la memoria.
Desde el regreso de la Comunidad Civil de Vida y Paz –
CIVIPAZ a la región del Alto Ariari, la familia QUIGUANAS está de nuevo en la
finca El Clavel, allí el sábado 29 de enero del 2011 se colocará una placa en
memoria de EIDER, se realizará un acto de memoria junto a la familia y vecinos
del lugar, en un ejercicio de verdad y justicia que no termina hasta lograr
hallar el cuerpo de EIDER QUIGUANAS.
Bogotá, D.C., 29 de enero de 2011
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
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